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Caballo Cagancho

“Cagancho” ha sido el caballo mas importante en la carrera de Pablo Hermoso de Mendoza y sin duda el más importante en la historia del rejoneo.



Posiblemente los hubo más flexibles, más bonitos o más ágiles, pero él fue quien más personalidad imprimió en la plaza a todas sus evoluciones. Una personalidad cimentada en un físico barroco, un tono negro cuatralbo que lo distinguía fácilmente de todos los demás caballos, un nombre pegadizo y sobre todo un sentido del toreo que hasta entonces no se concebía en un caballo Todo ello le dotó de una popularidad que en muchos momentos estuvo incluso por encima de la de su propio jinete.
Quien lo iba a decir de un caballo barrigón, que llegaba a la finca de Acedo en “patera”, con las patas llenas de heridas de verano y que tuvo que sufrir una enorme transformación física antes de debutar en 2001 como caballo de último tercio, que era para lo que Palo, lo había adquirido. El caballo nunca se sintió a gusto en ese tercio y así lo fue mostrando en sus actuaciones, que se fueron convirtiendo en decepción tras decepción para quienes tenían la fé puesta en él, llegando a la que posiblemente fue su peor tarde cuando la temporada tocaba a su fin. Testigo de ello fue la plaza de toros de Ejea de los Caballeros, a primeros de septiembre y aquí, Pablo ya explotó y dijo “basta ya”, cuando comprobó como “Cagancho”, chocaba una y otra vez con el toro, no pasaba y no había forma de poder ejecutar la suerte ante aquel astado. En ese momento pablo se rindió y vio que sus esfuerzos y su inversión habían fracasado y que aquel caballo no le iba a servir por lo que debía tomar nuevos rumbos.
Una decisión que chocaba con la realidad económica de la casa, que no se podía permitir de la que había sido la gran apuesta de la temporada y por eso, Pablo, antes de tirar la toalla definitiva decidió darle otra oportunidad a “Cagancho” y cambiarlo de tercio, a ver si así se conseguía sacarle un rendimiento apto. El siguiente compromiso de Pablo era en la localidad cántabra de Ampuero y “Cagancho” debutaría como caballo del tercio de banderillas.
¡¡¡Sorpresa¡¡¡ el caballo era otro, enfrentaba al toro y mostraba una enorme habilidad, gustándose en todo momento y sintiéndose torero. Mostró que él no quería torear al hilo del pitón como Pablo le proponía en la suerte de matar, sino que él quería gustarse en la suerte, llegar a la cara del toro y salir toreando con el pecho. Y así fue como se descubrió el diamante en bruto que “Cagancho” llevaba dentro y como comenzó su leyenda.
A partir de aquí, mucho entrenamiento, mucho cuidado en su dieta porque era muy tragón y a ir escalando posiciones en el toreo a caballo hasta el punto de formar un dúo que comenzó a maravillar al mundo en la temporada 1994 y a ser el consentido del público desde aquí hasta su retirada en 2002. Once años en los que Pablo se instaló en la élite del toreo a caballo como indiscutible número uno y siempre de la rienda de este “Cagancho” que siempre tuvo novias, como los colombianos que pusieron en manos de Pablo un cheque en blanco a cambio del caballo o algunos de los rejoneadores de aquella época que suspiraban por el animal. Pero Pablo siempre tuvo claro que su carrera siempre estaría ligada a la de este caballo inmortal para las retinas de los aficionados.
Por eso también, Pablo quiso dar a “Cagancho” una despedida acorde con su figura y no esperar a que el caballo se fuera arrastrando por los ruedos. Todavía en una gran forma física y torera, Pablo decidió anunciar una despedida corta, breve, de cuatro actuaciones en las plazas más representativas para el caballo: Sevilla, Madrid, Pamplona y la México fueron esos cuatro escenarios, donde “Cagancho”, en un caso único en la historia, salió por la puerta grande en las dos últimas montado por Hermoso de Mendoza.
Al año siguiente, por petición de la afición, esta vez sin torear, se despidió de su público de Estella y también recibiría un homenaje presencial de la afición de Ampuero, lugar donde nació al toreo y donde quedó inmortalizado con una placa colocada en la propia plaza de toros.
A partir de aquí, “Cagancho” descansó en la finca de “Zaraputz”, saliendo a sus pastos a galopar en libertad, padreando y viendo a sus hijos pastar y crecer en los potreros contiguos, en una vida de privilegio. Desde su retirada en 2002, nunca Pablo volvió a montar a “Cagancho” y solo en una ocasión lo hizo su hija Paula.
Continuo con esta placentera vida hasta el día 20 de agosto de 2015, en que su cuerpo ya no pudo soportar el desgaste físico y en esa misma pradera donde a diario galopaba y contemplaba a los jóvenes talentos de la nueva cuadra dejó de respirar, pasando a ser parte de esta misma pradera, ya que ahí es donde se le enterró y donde con los años le acompañaría sus hermano y rival en los ruedos, “Chicuelo”.